martes, 22 de abril de 2014

Día del libro.

Otra vez es 23 de abril y en mi ciudad vuelve a no haber Feria del Libro. Este año no voy a quejarme de nuevo de cosas que ya están dichas y redichas sino que creo que voy a hacer una lista de recomendaciones, se agradecen mucho cuando hay ofertas y una no sabe qué adquirir. La voy a hacer a vuelapluma con los títulos tal y como los he leído yo, en el idioma que sea, la única condición es que voy a recomendar sólo autoras. Me propongo que todos ellas signifiquen algo para mí y/o me recuerden algo o a alguien, aquí os van:

  • Lessing, Doris, El cuaderno dorado. Me la recomendó una compañera de clase cuando estaba en la universidad y me encantó el tono que le da a las palabras. Siempre que leo a esta autora me acuerdo de mi compañera que migró hace años a Estados Unidos, ¡un saludo si me lees, Bohu!
  • Martín Gaite, Caperucita en Manhattan. Encantador y polémico entre el alumnado de secundaria. Mucha gente se me ha quejado de que no es un libro para gente mayor como ellxs -tienen dieciséis- pero lo es para ellxs y para quienes ya somos adultos.
  • de Beauvoir, Simone, Memoirs d'une jeune fille rangée. Además de que su Deuxième es una lectura que debería ser obligatoria para estudiantes de filosofía, su faceta como novelista siempre me ha gustado, este libro, que es el primero de una serie de cuatro, es una autobiografía contada con ese tono suyo ya propio e inimitable.
  • Byatt, A. S., Posesión. De este libro hablamos tantas veces... Me lo regaló un amigo de la facultad por un cumpleaños hace años y aún hoy nos acordamos de algún detalle y lo discutimos o lo comentamos con delectación.
  • Clarke, Susanna, Jonathan Strange and Mr. Norrell. Ésta tiene una historia curiosa. Me la prestó un chico con el que salía a los veintiuno cuando me marché de Erasmus a Alemania. La verdad es que conociéndolo y teniendo en cuenta lo mucho que cuida sus libros me sorprende que me lo dejara así sin más llevando tan poco tiempo saliendo y sabiendo que yo me iba nueve meses. Contra todo pronóstico se lo devolví y seguimos saliendo mucho tiempo; de hecho, aún somos pareja.
  • Woolf, Virginia, Orlando. Mi novela preferida de la señorita Stephen, sin duda. No es la más famosa, ni la más larga ni, probablemente, la mejor, pero a mí me encanta.
  • de Burgos, Carmen, La mujer moderna y sus derechos. Éste es una curiosidad histórica y uno de esos ensayos feministas prerrepublicanos que tanto nos está costando recuperar.
  • Kollontai, Alexandra, Sexual relations and the class struggle. Love and the new morality. Y prometí una rusa del bando ganador y aquí está. La conocí mientras escribía mi memoria de licenciatura, me la encontré en una revista del 17 con uniforme y armada.
  • Carter, Angela, The magic toyshop. Lo tuve que leer para un trabajo de postgrado y me encantó, me recuerda la cafetería donde iba a leer cuando vivía en UK y a la profesora Heilmann que fue quién lo metió en su temario.
  • Ocampo, Silvina, Cuentos difíciles. Una olvidada de la literatura hispanoamericana, al menos a este lado del charco. Fue una gran contadora de historias pero se la conoce más por su amistad con Adolfo Bioy o Borges. 

lunes, 14 de abril de 2014

El tragaluz: Memoria histórica y terceras oportunidades.

El año pasado escribí una entrada para recordar lo que no debe ser olvidado: feliz día de la República. 

Acabo de leer un artículo de Lidia Falcón en el que habla de ello y me llama la atención que diga explícitamente que no había apenas comunistas entre la filas de quienes lucharon porque no se nos arrebatase ese derecho a la libertad que tantos años nos (les) había costado. La historia es caprichosa y resulta que yo soy bisnieta de uno de esos comunistas. Fue fusilado y no sabemos qué fue de su cuerpo. Mi abuela decía que estaba en la fosa común que hay cerca del pueblo, todo el mundo sabe dónde es pese a que no se haya desenterrado nunca y que haya construído un balneario ¡¡¡un jodido balneario!!! cerca. 

Como decía, la Historia, la historia es caprichosa y está sujeta a quienes la vivimos, a cada momento. En mi familia hay gente que opina que lo que está enterrado debe quedarse ahí y empezar de nuevo. No estoy de acuerdo, hay heridas abiertas que debe dejarse al aire para que se curen como deben y hay que aceptar la cicatrices: dan carácter y el carácter es hermoso. Maquillar los hechos no sirve de nada, siempre acaba estropándose la pintura: es una pérdida de tiempo y de recursos. Reivindico nuestro derecho a mostrar cicatrices, a aprender de ellas y a recordar. Nuestro derecho a invertir en Memoria con mayúscula y a conocer la verdad sobre hechos que setenta y cinco, que ochenta y tres años después aún siguen abiertos y aún duelen.

Por la memoria histórica y por la III. Ya basta de tonterías.


martes, 8 de abril de 2014

Sueños traumáticos que no recuerdo (y los sueños, sueños son).

Nota de la autora: todo esto es una opinión, no pretendo ofender a nadie, lo he escrito a vuelapluma tal y como lo soñé porque si una cosa es cierta de este texto es que es fruto de un sueño.

La verdad es que, con temas así, no sabe una cómo empezar a escribir sin parecer una chiflada. Lo confesaré sin más: he vuelto a soñar con Pablo Iglesias (el de ahora, no el que fundó el PSOE en 1876). Nótese que he dicho "he vuelto a" y no "he", aunque honestamente no sé por qué lo he dicho. Salió así mientras escribía este texto en sueños (bueno, adiós a no parecer una loca), así que supongo que tendré razón aunque desconozca el motivo.

(Risas enlatadas).

El caso es que ya desde pequeña cuando le doy muchas vueltas a algo, acabo soñando con ello (?), he soñado encajar filas en el Tetris, la solución de mundos del Mario Bros., que escribía mi tesis colocando las páginas al revés y el tribunal no la entendía, que le decía a Hayden Christiansen lo mal actor que creo que es a su inexpresiva cara o incluso que era sindicalista y me peleaba con mucha gente por ello... En fin, de todo.

Lo de hoy sucedió ayer.

(Risas enlatadas).

Me está dando miedo confersarlo así, pero insisto en que todo esto pasaba en un sueño y tal vez ahora mismo tú también estés soñando. Mientras soñaba sopesaba las distintas opciones que diríais a leer este texto, desde la típica de "estás obsesionada con él" lo cual no es culpa mía sino de la publicidad en tres frentes (liminal, subliminal y supraliminal -yvan eth nioj-, que descubría Lisa en Los Simpsons) de las redes (¡está en todas partes!); hasta la típica rollo señora cotilla de "pobre de tu novio que sueñas con otros". Siento deciros que creo que mi sueño no iba de eso, era más bien un sueño por trauma. Una nunca sabe cuándo está curada en espantos del todo o al menos yo no.

Ayer mi madre me hizo una confesión que me traumatizó. No os voy a engañar, mi madre me traumatiza mucho: me dice que exagero tirándome de los pelos cada acto sutil -y no tan sutil- de machismo, cada acto sutil -y no tan sutil- de racismo y también me dice que estoy gorda aunque peso sesenta kilos y mido un metro setenta. Ayer en concreto me dijo que "este año no voy a votar a los de siempre, voy a votar al mocín ese tan guapo que sale en la Sexta". No sé qué de esa frase me dio más pánico. Supongo que no votar "a los de siempre" me alivió porque ya está bien de bipartidismo, sin embargo, el primer flash mental fue sobre varias señoras de mi pueblo que se enterraron abrazando un retrato de Felipe González allá por principios de los noventa. Yo, niña de mí, no entendía por qué aquellas señoras enlutadas querían ir a su descanso eterno abrazando semejante objeto pero qué sabremos las niñas de eso. Lo interpreté con algún extraño ritual que comprendería, al igual que muchos otros, cuando llegase a la edad adulta (angelito). 

Supongo que también me duele que para que ella haga caso tenga que verlo en la tele y no le sirva que se lo diga yo, que soy su hija que está en paro y/o con trabajos chungos y eso que tengo carrera y media, postgrados variados y hablo cuatro idomas. Supongo que el éxito es salir en la tele o ganar mucho dinero. Ser idealista e insistir en trabajar en lo que a una le gusta pese a que se pague una mierda, si te pagan, es ser una pringada sin criterio cuya opinión no merece ser escuchada.

Cuando comenté el hecho con mi pareja éste se partió de risa aunque luego afirmó que es verdad que daba un poco de miedo oír a una madre decir eso. Las madres son seres de gran experiencia y sabiduría: lo mismo saben de hacer lentejas, administrar tu menguado sueldo, montar las estanterías del Ikea que arreglar el mundo. A él no le interesa demasiado la vida política del país aunque respeta (y soporta) mi afición y la chapa que le doy cuando tengo que hacer exámenes y/o trabajos para esa carrera que estudio por hobbie. El pobre se sabe al dedillo los avatares de las múltiples constituciones que ha tenido este desdichado país, datos sobre presidentes del gobierno muertos a balazos o las virtudes y desvantajas de la izquierda decimonónica. 

Como el trauma me duraba aún, recuerdo haberlo comentado también con un amigo que me dijo que se alegraba de que por fin la izquierda hubiera descubierto que el márketing y que venderse también era para ellos. Debería haberme reído del chistecito pero no me hizo ni puta gracia, oye. (Risas enlatadas). Me parece terrible vender imagen cuando lo que se debería hacer es dejarse de tanta tontería y proponer cosas -y esas cosas hacerlas saber a todo el mundo- (angelito). Es bonito decir que todxs vamos a participar pero luego... Me da la sensación de que no es realmente así. Es posible que me equivoque.

Y lo cierto es que me da lástima y un poco de miedo porque yo he sido incapaz de ilusionarme con el proyecto de esta gente. Tal vez es que soy un poco cínica (que ya os digo yo que sí) y no me creo nada hasta que no lo veo con mis propios ojos: las promesas valen poco. Veo las cosas demasiado sencillas como muy fáciles para que no tengan truco y las complicadas demasiado poco transparentes, además en este país ya hemos tenido nuestros siglos de políticos timoratos, con mejor o peor intención, que siempre han acabado devorados por la Historia. 

No puedo ilusionarme con este proyecto por muy variados motivos: el primero es que me parece precipitado, si su hubiera hecho tras el 15 M sí que tendría sentido pero ¿por qué han esperado tres años? Puedo aceptar que es complicado, pero aún así es sospechoso. ¿Por qué montar toda esta parafernalia en tres meses? Un amigo me decía que era para aprovechar el tirón en la europeas, lo cual a mi lado idealista le hace vomitar de asco y oportunismo. ¿El tirón? ¿El bienestar de las y los ciudadanos/as tiene que venir por un tirón comercial? Me revuelve las tripas. Y aún así me sigue pareciendo que los varios discursos de las varias personas que conforman ese todo van en direcciones distintas y que sin acuerdo difícil lo tendrán. Que conste que los discursos de algunas sí que me han gustado, pero no lo suficiente. No voy a meterme en rollos del tipo "estáis dividiendo y lo de divide y vencerás no funciona así aquí", allá cada cual con sus ideas e idealismos mal entendidos (el mío el primero). El caso es que la imagen de transparencia se va al garete rápido y los discursos se tornan vacíos: yo no me siento compelida a participar en nada. Vale que soy una persona callada y taciturna con tendencia al abuelocebolletismo, pero me he sentido a mis anchas, me he sentido una más y he sentido que mi punto de vista importaba con gente desconocida (grupos y asociaciones feministas en su mayoría). No sé qué es lo que les falla a estxs pero desde luego lo de mi madre hace que tenga ganas de huir lejos, muy lejos.

Y no puedo evitar pensar cuántas yayas de mi pueblo serán enterradas abrazando una foto de la nueva estrella mediática.

(...) que el vivir sólo es soñar
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

jueves, 3 de abril de 2014

Notas Arqueológicas: Ajmátova o la persistencia de la memoria.

Dije que seguiría hablando de rusas. Tengo más en el tintero pero ya que hablé de mi Marina hace cosa de un mes, veo justo hablar de Anna ya que juntas, y según la crítica, forman el dúo que mejor define la Edad de Plata de la poesía rusa (junto con Pastenak y Mandelstam). Confieso que mi interés por ella es más tardío que mi amor por los poemas de Marina, yo sabía que existía, claro, pero no había leído nada suyo ni me había interesado. Fue entonces cuando mi amigo Pedro me trajo de París una edición preciosa de Requiem. En versión original y francés. No sé si os pasa pero a mí el cirílico me hipnotiza, es difícil definirlo: la primera vez me pasó mientras leía una edición bilingüe del Jinete de Bronce. Hay una magia intrínseca detrás de cada grafía flexible y recta al mismo tiempo.

Si siento que leer a Marina es ponerme ante un espejo, con Anna me pasa una cosa curiosa: me exprime el corazón. Es como si supiera qué decir para que se encogiera, primero un poco, luego otro poco y cuando te das cuenta lo tienes en un puño y te asoman lágrimas en los ojos. Es un historia diferente.

Anna Andréyevna Ajmátova (1889-1966), al igual que Marina Tsvietáieva también era una hija de buena familia aunque ésta jamás quiso saber nada de sus versos. Nació a finales del siglo XIX , época en la que si eras mujer más te valía nacer bien si tenías talento para las artes o si querías estudiar. Nuestra protagonista estudió Derecho e Historia aunque antes cada una de estas disciplinas implicaba muchas más cosas, como saber latín o griego, o conocer la historia de las artes, mitología y filosofía. De todos modos, su vida no fue ningún camino de rosas, no sólo porque la Revolución bolchevique la pilló en Petrogrado sino porque -esta es mi humilde opinión- ninguna de sus parejas supo apreciarla tal y como era ella. Su tercer marido, dicen las malas lenguas, la mandaba a limpiar pescado cuando alguien le preguntaba por sus versos en detrimento de la obra investigadora del buen señor (Punin, creo recordar que era su apellido). El caso es que Anna vivió pobre, olvidada y temiendo por su hijo, Lev, a quien enviaban de vez en cuando a Siberia porque todo el mundo sabe que los hijos de las poetas son gente peligrosa.

No fue hasta 1954 cuando se reconoció la aportación de Anna Ajmátova a la literatura e incluso estuvo nominada el Premio Nobel. Creo que Oxford la nombró doctora Honoris Causa. Fueron más reconocimientos de los que Marina, por ejemplo, pudo ver en vida. Al menos Anna vivió para contarlo. Su exilio fue interior y apareció varias veces en la prensa rusa como persona peligrosa. Sus versos se vetaron en los años 30 y los nuevos poemas que componía los quemaba una vez aprendidos de memoria. Anna matuvo viva su lírica en las mentes de sus amigos quienes la ayudaron a ocultar sus versos por temor a las represalias. Sus versos estaban llenos de dolor:

Estaba entonces junto a mi pueblo
y con él compartía su desgracia.

Su obra es intermitente y el parón de casi diez años en el que sólo escribe Réquiem se debe al dolor que le suponía ir a diario a ver a su hijo a la cárcel y ver su historia replicada en los rostros de las demás mujeres que hacían cola. Aunque se rumorea que a su esposo, Punin, no le gustaba que escribiera versos. Los primeros poemas son casi desconocidos para mí aunque creo que en el 21 le dedicó uno a Marina, al menos eso cuenta en una carta que le escribió en abril de ese año donde le pide que por favor, se lo firme para ella y su hija Alia, El llantén. Según este libro (El País del Alma que recoge las cartas que escribió Tsvietáieva entre 1911 y 1941), Ajmátova escribió también La bandada blanca y El rosario, en 1917 y 1914 respectivamente. No es hasta 1965 cuando su Poema sin héroe, mi libro preferido de ella sin duda alguna, conoce la luz y éste no se publica completo hasta diez años más tarde de forma póstuma.

No cubras con tu mano mi cabeza
-haz que tiempo se detenga para siempre
en el reloj que me diste.

No escaparemos a la desagracia,
y el cuco no cantará
en nuestros bosques quemados...

Cantaba ella ante el olvido respondiéndole a éste con la memoria de los suyos. Una memoria que supo recordarla fuera y dentro de las paredes de su exilio:
Juntos seremos tan temibles
que el siglo veinte se conmoverá de raíz.


Ps. También hay poetas al otro lado. Ya hablaré de ellas. Otro día.