lunes, 14 de abril de 2014

El tragaluz: Memoria histórica y terceras oportunidades.

El año pasado escribí una entrada para recordar lo que no debe ser olvidado: feliz día de la República. 

Acabo de leer un artículo de Lidia Falcón en el que habla de ello y me llama la atención que diga explícitamente que no había apenas comunistas entre la filas de quienes lucharon porque no se nos arrebatase ese derecho a la libertad que tantos años nos (les) había costado. La historia es caprichosa y resulta que yo soy bisnieta de uno de esos comunistas. Fue fusilado y no sabemos qué fue de su cuerpo. Mi abuela decía que estaba en la fosa común que hay cerca del pueblo, todo el mundo sabe dónde es pese a que no se haya desenterrado nunca y que haya construído un balneario ¡¡¡un jodido balneario!!! cerca. 

Como decía, la Historia, la historia es caprichosa y está sujeta a quienes la vivimos, a cada momento. En mi familia hay gente que opina que lo que está enterrado debe quedarse ahí y empezar de nuevo. No estoy de acuerdo, hay heridas abiertas que debe dejarse al aire para que se curen como deben y hay que aceptar la cicatrices: dan carácter y el carácter es hermoso. Maquillar los hechos no sirve de nada, siempre acaba estropándose la pintura: es una pérdida de tiempo y de recursos. Reivindico nuestro derecho a mostrar cicatrices, a aprender de ellas y a recordar. Nuestro derecho a invertir en Memoria con mayúscula y a conocer la verdad sobre hechos que setenta y cinco, que ochenta y tres años después aún siguen abiertos y aún duelen.

Por la memoria histórica y por la III. Ya basta de tonterías.


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