martes, 8 de abril de 2014

Sueños traumáticos que no recuerdo (y los sueños, sueños son).

Nota de la autora: todo esto es una opinión, no pretendo ofender a nadie, lo he escrito a vuelapluma tal y como lo soñé porque si una cosa es cierta de este texto es que es fruto de un sueño.

La verdad es que, con temas así, no sabe una cómo empezar a escribir sin parecer una chiflada. Lo confesaré sin más: he vuelto a soñar con Pablo Iglesias (el de ahora, no el que fundó el PSOE en 1876). Nótese que he dicho "he vuelto a" y no "he", aunque honestamente no sé por qué lo he dicho. Salió así mientras escribía este texto en sueños (bueno, adiós a no parecer una loca), así que supongo que tendré razón aunque desconozca el motivo.

(Risas enlatadas).

El caso es que ya desde pequeña cuando le doy muchas vueltas a algo, acabo soñando con ello (?), he soñado encajar filas en el Tetris, la solución de mundos del Mario Bros., que escribía mi tesis colocando las páginas al revés y el tribunal no la entendía, que le decía a Hayden Christiansen lo mal actor que creo que es a su inexpresiva cara o incluso que era sindicalista y me peleaba con mucha gente por ello... En fin, de todo.

Lo de hoy sucedió ayer.

(Risas enlatadas).

Me está dando miedo confersarlo así, pero insisto en que todo esto pasaba en un sueño y tal vez ahora mismo tú también estés soñando. Mientras soñaba sopesaba las distintas opciones que diríais a leer este texto, desde la típica de "estás obsesionada con él" lo cual no es culpa mía sino de la publicidad en tres frentes (liminal, subliminal y supraliminal -yvan eth nioj-, que descubría Lisa en Los Simpsons) de las redes (¡está en todas partes!); hasta la típica rollo señora cotilla de "pobre de tu novio que sueñas con otros". Siento deciros que creo que mi sueño no iba de eso, era más bien un sueño por trauma. Una nunca sabe cuándo está curada en espantos del todo o al menos yo no.

Ayer mi madre me hizo una confesión que me traumatizó. No os voy a engañar, mi madre me traumatiza mucho: me dice que exagero tirándome de los pelos cada acto sutil -y no tan sutil- de machismo, cada acto sutil -y no tan sutil- de racismo y también me dice que estoy gorda aunque peso sesenta kilos y mido un metro setenta. Ayer en concreto me dijo que "este año no voy a votar a los de siempre, voy a votar al mocín ese tan guapo que sale en la Sexta". No sé qué de esa frase me dio más pánico. Supongo que no votar "a los de siempre" me alivió porque ya está bien de bipartidismo, sin embargo, el primer flash mental fue sobre varias señoras de mi pueblo que se enterraron abrazando un retrato de Felipe González allá por principios de los noventa. Yo, niña de mí, no entendía por qué aquellas señoras enlutadas querían ir a su descanso eterno abrazando semejante objeto pero qué sabremos las niñas de eso. Lo interpreté con algún extraño ritual que comprendería, al igual que muchos otros, cuando llegase a la edad adulta (angelito). 

Supongo que también me duele que para que ella haga caso tenga que verlo en la tele y no le sirva que se lo diga yo, que soy su hija que está en paro y/o con trabajos chungos y eso que tengo carrera y media, postgrados variados y hablo cuatro idomas. Supongo que el éxito es salir en la tele o ganar mucho dinero. Ser idealista e insistir en trabajar en lo que a una le gusta pese a que se pague una mierda, si te pagan, es ser una pringada sin criterio cuya opinión no merece ser escuchada.

Cuando comenté el hecho con mi pareja éste se partió de risa aunque luego afirmó que es verdad que daba un poco de miedo oír a una madre decir eso. Las madres son seres de gran experiencia y sabiduría: lo mismo saben de hacer lentejas, administrar tu menguado sueldo, montar las estanterías del Ikea que arreglar el mundo. A él no le interesa demasiado la vida política del país aunque respeta (y soporta) mi afición y la chapa que le doy cuando tengo que hacer exámenes y/o trabajos para esa carrera que estudio por hobbie. El pobre se sabe al dedillo los avatares de las múltiples constituciones que ha tenido este desdichado país, datos sobre presidentes del gobierno muertos a balazos o las virtudes y desvantajas de la izquierda decimonónica. 

Como el trauma me duraba aún, recuerdo haberlo comentado también con un amigo que me dijo que se alegraba de que por fin la izquierda hubiera descubierto que el márketing y que venderse también era para ellos. Debería haberme reído del chistecito pero no me hizo ni puta gracia, oye. (Risas enlatadas). Me parece terrible vender imagen cuando lo que se debería hacer es dejarse de tanta tontería y proponer cosas -y esas cosas hacerlas saber a todo el mundo- (angelito). Es bonito decir que todxs vamos a participar pero luego... Me da la sensación de que no es realmente así. Es posible que me equivoque.

Y lo cierto es que me da lástima y un poco de miedo porque yo he sido incapaz de ilusionarme con el proyecto de esta gente. Tal vez es que soy un poco cínica (que ya os digo yo que sí) y no me creo nada hasta que no lo veo con mis propios ojos: las promesas valen poco. Veo las cosas demasiado sencillas como muy fáciles para que no tengan truco y las complicadas demasiado poco transparentes, además en este país ya hemos tenido nuestros siglos de políticos timoratos, con mejor o peor intención, que siempre han acabado devorados por la Historia. 

No puedo ilusionarme con este proyecto por muy variados motivos: el primero es que me parece precipitado, si su hubiera hecho tras el 15 M sí que tendría sentido pero ¿por qué han esperado tres años? Puedo aceptar que es complicado, pero aún así es sospechoso. ¿Por qué montar toda esta parafernalia en tres meses? Un amigo me decía que era para aprovechar el tirón en la europeas, lo cual a mi lado idealista le hace vomitar de asco y oportunismo. ¿El tirón? ¿El bienestar de las y los ciudadanos/as tiene que venir por un tirón comercial? Me revuelve las tripas. Y aún así me sigue pareciendo que los varios discursos de las varias personas que conforman ese todo van en direcciones distintas y que sin acuerdo difícil lo tendrán. Que conste que los discursos de algunas sí que me han gustado, pero no lo suficiente. No voy a meterme en rollos del tipo "estáis dividiendo y lo de divide y vencerás no funciona así aquí", allá cada cual con sus ideas e idealismos mal entendidos (el mío el primero). El caso es que la imagen de transparencia se va al garete rápido y los discursos se tornan vacíos: yo no me siento compelida a participar en nada. Vale que soy una persona callada y taciturna con tendencia al abuelocebolletismo, pero me he sentido a mis anchas, me he sentido una más y he sentido que mi punto de vista importaba con gente desconocida (grupos y asociaciones feministas en su mayoría). No sé qué es lo que les falla a estxs pero desde luego lo de mi madre hace que tenga ganas de huir lejos, muy lejos.

Y no puedo evitar pensar cuántas yayas de mi pueblo serán enterradas abrazando una foto de la nueva estrella mediática.

(...) que el vivir sólo es soñar
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

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